El emblemático Teatro de la Alhambra de Ginebra fue construido entre 1918 y 1920 para ofrecer tanto espectáculos teatrales como las incipientes proyecciones cinematográficas de aquellos años. En 1996 fue declarado monumento histórico y se inició un debate para salvarlo de una casi segura demolición. Finalmente, tras un largo proceso de reflexión, el Ayuntamiento de Ginebra optó por rehabilitarlo y convertirlo en un edificio multiusos, capaz de acoger conciertos pero también cualquier otro tipo de espectáculo.
El equipo de arquitectos ganador del concurso público fue Architech, un joven estudio fundado en 2011 que se encargó del proyecto junto a los escenógrafos Duck Scéno. El proyecto, que se ha desarrollado entre 2011 y 2015, ha contemplado la completa restauración del edificio, sacando a la luz su pasado y adaptándolo a las nuevas tecnologías disponibles hoy en día.
El Théâtre de l’Alhambra cuenta con tres espacios bien definidos y reconocibles desde el exterior: vestíbulo, sala de butacas y la caja escénica. La restauración interior de todas ellas persiguió la recuperación de las líneas arquitectónicas originales, pero evitando los excesos añadidos a posteriori. Los arquitectos contaron con la ayuda de la artista plástica Carmen Perrin para esta tarea. La intervención de Architech ha permitido añadir, además, un nuevo espacio: un anexo que acoge funciones administrativas y reordena también el perímetro urbano del edificio. Por su parte, Ducks Scéno trabajó mano a mano con los arquitectos para unir arquitectura y todos los aspectos teatrales del recinto, como la planificación de la sala de butacas y la acústica del espacio.
Retos y soluciones
Otra de las intervenciones principales en la estructura del edificio fue la integración de tecnología del siglo XXI en un edificio de los años 20. La sala de butacas se ideó polivalente, de forma que todos los asientos pueden desaparecer bajo el escenario y permitir así una configuración de «publico de pie» cuando sea necesario ampliar el aforo o en caso que el tipo de espectáculo lo determine de esa manera. Gracias al proyecto de Figueras y a la inclusión de un suelo móvil con diferentes grados de inclinación, la sala puede llegar a acoger hasta 8 configuraciones diferentes.
El reto principal se solventó con un sistema Mutarail de asientos móviles que, dadas las características originales de la sala, debía ser manual. Para poder almacenar los casi 600 asientos del patio de butacas bajo el escenario, Figueras ha realizado un exhaustivo proyecto que incluye el uso de hasta 6 carros trasportín de diferentes tipologías y que se adaptan milimétricamente y como si un puzle se tratara bajo el escenario.
Producto suministrado
La compacta y cómoda butaca Minispace 5071 era el modelo idóneo para ofrecer confort a unas medidas ajustadas. Además, fue seleccionada por los arquitectos y los escenógrafos por su estética y sobriedad y, a la vez, por la flexibilidad que permitía a la hora de realizar múltiples configuraciones.
En los pisos superiores, Figueras tuvo que desarrollar una butaca especial, llamada «Banquette assis-de bout», ya que es similar a un banco corrido en el que el público puede apoyarse sin estar ni de pie ni sentado. La ventaja de esta solución es que permite la visibilidad en los balcones en los que era casi nula con un asiento estándar. Existen 128 asientos de este tipo ubicados en los laterales de los balcones del segundo y tercer piso.