El Teatre Romea de Barcelona, emblemático por su historia y arquitectura, ha experimentado múltiples reformas, destacando la reciente renovación del patio de butacas.
Para llevarla a cabo, se ha realizado una réplica mejorada de la butaca Gaudí, una butaca de estilo clásico que ya fue instalada por Figueras en 2001. Con el replanteamiento, se ha conseguido aumentar el aforo de 602 a 625 butacas.
Estas nuevas butacas, realizadas con nuevos materiales, han sido tapizadas en terciopelo rojo reciclado. Cuentan con un diseño ergonómico y un mecanismo silencioso de abatimiento del asiento, incluyendo un sistema de retorno de seguridad.
Además, se ha mejorado la accesibilidad al hacer removibles 60 butacas para adaptarse a diferentes configuraciones y necesidades.
Figueras también ha llevado a cabo la reforma integral de la platea, con la reparación, nivelación e instalación del recubrimiento del suelo, junto con la moqueta roja del pasillo central. También se ha implementado un innovador sistema de señalización lumínica LED en el suelo para mejorar la visibilidad y añadir un toque contemporáneo al entorno clásico del teatro.
LA RENOVACIÓN DE UN CLÁSICO: EL TEATRE ROMEA BRILLA CON LUZ PROPIA
Situado en pleno barrio del Raval de Barcelona, el Teatre Romea se erige como uno de los teatros más emblemáticos de la escena catalana. Obra de un arquitecto desconocido, fue construido en el local que ocupaban el Casino d’Artesans y la sociedad llamada Tertúlia Progresista.
Fundado por Miquel Gasset i Bosch, se inauguró el 18 de noviembre de 1863, orientado a la pequeña burguesía y a las clases populares. El local era usado habitualmente como sala de baile, y después de su conversión a teatro, pasó a tener una capacidad para unas 600 personas. Durante los primeros años se llamó Teatre de l’Hospital, por su ubicación en la calle Hospital. Diez años más tarde, y , fue rebautizado como Teatre Romea como tributo al actor murciano Julián Romea Yanguas, de gran popularidad en Barcelona.
El teatro ha experimentado múltiples reformas a lo largo de los más de ciento sesenta años de historia. El aspecto actual de la fachada y la sala se debe principalmente a la reforma de 1913, realizada por un autor desconocido. La fachada, de estilo clasicista, presenta tres cuerpos horizontales y tres ejes verticales, destacando grandes arcos y balcones flanqueados por columnas. Además, una gran marquesina de cristal actualmente da la bienvenida a los espectadores. Posteriormente, la reforma de 1964 se centró en el vestíbulo y la planta baja, y la última gran intervención en la sala fue en 1992, dirigida por el arquitecto Joan Rodón.
LA PLATEA
Adentrándonos en el teatro y cruzando el vestíbulo, llegamos a la platea, un espacio vibrante donde se respira teatro en cada rincón. Aquí se han representado obras de destacados autores de la literatura y el teatro catalán como Frederic Soler “Pitarra”, Santiago Rusiñol, Àngel Guimerà o Josep Maria de Sagarra.
El patio de butacas está distribuido al estilo italiano, siguiendo las pautas que estableció el Teatro Farnese de Parma, construido en el siglo XVII. La distribución italiana se caracteriza por la ubicación del escenario, separado del público por el arco de proscenio, decorado con motivos florales. El público se distribuye en el patio de butacas y en los anfiteatros, situados a distintos niveles.
El techo del teatro es llamativo, lleno de ornamentaciones florales detalladas, rosetones y frisos, a menudo embellecido con aplicaciones doradas y policromías, refleja el esplendor de teatros históricos como el Romea.
El caso de este teatro es excepcional: Figueras participó en la remodelación de su patio de butacas en 2001, introduciendo la butaca Gaudí. Casi 25 años después, estas butacas se han renovado por completo con una réplica mejorada de las originales, confiriendo al espacio un carácter distintivo. Además, el aforo se ha ampliado, aumentando de 602 butacas en 2001 a 625 en 2024, un cambio modesto en número, pero significativo en términos de comodidad y accesibilidad.
En esta ocasión, la dirección del teatro no quería perder la esencia por lo que optó por conservar el diseño de la butaca actualizando el diseño y los materiales. De estilo clásico, la butaca se ha tapizado con terciopelo rojo de origen reciclado, dejando atrás la cromática anterior. Tanto el respaldo como el asiento presentan un gallonado con costuras verticales que le dan un aspecto acolchado y cómodo. El asiento se abate de manera automática mediante un mecanismo accionado por una doble rótula lateral, al cual se le ha incorporada un nuevo sistema de retorno de seguridad.
Tanto el asiento como el respaldo van recubiertos de madera de haya con, tratado con barniz ignífugo y acabado en color cerezo. Los costadillos también se han realizados con el mismo acabado y a excepción de los extremos de cada fila, cada brazo es compartido por dos butacas.
La butaca se fija al suelo mediante un pie central, mediante el cual se ajusta a la pendiente de la sala.
54 de las butacas de la platea y 6 del segundo anfiteatro se adaptaron para ser removibles con facilidad para adaptarse fácilmente a diferentes configuraciones y necesidades.
PROYECTO INTEGRAL DE RENOVACIÓN
La renovación del patio de butacas del Romea es también un cambio de paradigma en los proyectos desarrollados por Figueras. Más allá de las butacas, Figueras se encargó de la retirada de las butacas existentes, así como del diseño y ejecución de un plan de gestión de residuos.
Otra de las tareas que se llevó a cabo fue la reparación y nivelación del suelo y la instalación del recubrimiento de este, junto con la característica moqueta roja del pasillo central. Además, se desarrolló un proyecto de señalización lumínica con leds regulables empotrados en el suelo, que no solo mejoran la visibilidad, sino que también añaden un toque actual al entorno clásico del teatro.
Este teatro no solo es un testigo de la rica historia teatral y arquitectónica de Barcelona, sino también un espacio vivo que sigue evolucionando para adaptarse a las necesidades de los artistas y del público.
Gestionado desde hace años por el Grup Focus, con cada reforma y actualización, el Teatre Romea refuerza su compromiso con la preservación del patrimonio cultural, mientras se adapta a las tecnologías y tendencias de la industria del entretenimiento. Es un ejemplo brillante de cómo los espacios históricos pueden seguir siendo relevantes y vibrantes en el siglo XXI, manteniendo su esencia mientras se modernizan para garantizar una experiencia inolvidable para todos y cada uno de los espectadores.
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